Es cierto que nada huele como un lápiz recién afilado. Es un olor distintivo. A pesar de emplear los portaminas cada vez con más profusión —¿alguien conoce ese portaminas japonés que se autoafila?—, sacarle punta al lápiz sigue siendo un arte, tal y como escribe Matthew J. Taylor. Yo no puedo aguantar sin sacarle punta a todo lápiz que tenga cerca. De hecho, mis lápices y portaminas parecen bisturíes. Mi última adquisición en ese sentido es un sacapuntas japonés de manivela.
Para los que no lo conozcan, el portaminas japonés autoafilable se llama Kuru-Toga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario