Cuando al fin ha caído en mis manos el texto de Jack Hamm, reeditado por Penguin, me he sentido identificado. Tras dos páginas dedicada a los bocetos para soltar la mano, empieza con una selección de 127 maneras de dibujar narices cómicas. Y afirma: "como regla lo primero que sitúa un humorista en una cara es la nariz. No porque tenga que ver con la expresión en sí misma, sino que hace más por establecer la personalidad de un personaje que cualquier otra cosa".
Ya no me siento un bicho raro.
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