Cuando en casa llegaba la suscripción del Selecciones del Reader's Digest y yo pillaba el ejemplar "solo, fané y descangallao"... corría a buscar la sección de ese título. Recopilaba chistes de humor más bien blanco y a veces los combinaba con un puñado de chistes gráficos. A menudo los chistes, chascarrillos o anécdotas servían para rellenar huecos al final de los artículos y era necesaria una labor de arqueología lectora para recuperarlos.
Muchos años antes de los memes, los ragecomics, el tumblr, las recopilaciones, facebook o twitter (a éstos dos sabeís llegar solitos, no pongo hiperenlace, vaguetes)... incluso antes de las BBS y las listas de correo (no, no estoy hablando del Pleistoceno) el Reader's Digest recopilaba los avisos absurdos de algunos productos
Aviso: no voltee la caja (escrito en el fondo de la misma).
las anécdotas más delirantes
Siempre creí que una amiga mía era desorganizada, pero después de ayudarla a mudarse, cambié mi forma de pensar. Una de las cajas que llevé tenía una etiqueta que decía: “Cosas que estaban en el suelo”
Y todo por provocar la (son)risa y cambiarnos la vida. Por cierto, si queréis compartir vuestra anécdota con el Reader's Digest en vez de llamar a la radio local en programa de mañana, adelante.
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